Reencontrandome conmigo un tiempo de constancia después...
Empezando a moverme
2017/2018
La noche oscura del alma
2015/2017
Portal a lo sutil
Mi portal al mundo de lo sutil e invisible ha sido la práctica de Yoga. Todo empezó porque, luego de años de una vida dificil y eventos muy desafortunados en los que hoy no voy a profundizar, quedé muy en la lona.
Después de terminar mi licenciatura en la Universidad Nacional de La Plata, me mudé a Río Cuarto para seguir un Doctorado. Estaba en una relación hipertóxica, que en ese momento era todo mi sostén en muchos sentidos. Así, tomó poder sobre mi y se desplegaron unos celos irracionales por los que dejé de ser yo. No tenía amigos, casi tampoco amigas. Mi compa de ese momento, le encontraba algo malo a cada persona que se me acercaba y yo, por complacerlo, me encerraba cada vez más en nuestro depto y nuestra relación.
Así, fui normalizando muchas conductas muy locas. Él me decía "no sabes amar", por cosas como, por ejemplo, bajar a lo de la vecina sin avisarle donde estaba. Para mi era super normal porque venía de vivir sola o con amigues y ser bastante independiente. Lo cierto, es que yo no tenia mucha idea del amor, o de relaciones sanas, así que acepté su premisa, y comencé a esforzarme por demostrarle que sí, lo amaba ¿lo amaba?
La cosa se fue poniendo tan turbia que el amor que podría haber existido se fue destruyendo. Mi parte oscura se desplegó también a full: super complaciente hacia él y al mismo tiempo totalmente agresiva, conflictiva, sacada.
El derrumbe
Me abandoné por completo, me dedicaba a él, al orden de la casa, al doctorado y ... a la comida! Buscaba trabajo en empresas en ese momento, pero estaba tan devastada con mi autoestima por el piso, que no me tomaban en ningún lado. Eso seguía alimentando un patrón de dependencia y unos conflictos de pareja indomables.
Mi bronca y mi ira crecían, mi deseo se apagaba cada vez más. Mi fuente de placer empezó a ser la comida. Comía todo el tiempo, me llenaba hasta el hartazgo y buscaba con esfuerzo un poco más de lugar en mi estómago para seguir comiendo. Ni me fijaba en la calidad de los alimentos, al contrario, más azucarados o pesados eran, mejor. Eso me daba satisfacción.
Otros vicios acompañaban esa adicción para tapar el vacío enorme que no me atrevía a sentir. Series, alcohol y discusiones interminables sin sentido.
CUESTA ARRIBA
Dejé de hacer ejercicio, no tenía vida social ni actividades que me entusiasmaran. Con él haciamos música, un poco de lectura, viajes y naturaleza eran los únicos hábitos sanos que mantenían vivo mi espíritu. En esos años me concentraba en estudiar a full porque mi objetivo era entrar a CONICET (Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Nación), otro proceso cruel, con final semifeliz: tomo sus años y vueltas, pero entré. Toda otra historia.
En uno de mis cumpleaños de esos años alrededor de 2015, 2016 recuerdo haberme parado al borde de un abismo en Mendoza, con muchas ganas de tirarme, en medio de una discusión que realmente me quitaba las ganas de vivir. Podría contar muchas más de estas situaciones límites, pero en verdad, es más de lo mismo. Cuando estamos en un bucle así, todas las situaciones nos hablan, invitándonos a salir de ahí, pero cuando nos empecinamos en no ver la salida, se perpetua el sufrimiento sin sentido alguno.
Entonces, en ese momento de carencia emocional y económica la existencia me parecía terrible. Yo venía rompiendo tremendos patrones de lo mismo, por lo cual, estas circunstancias parecían bastante más amigables que las de años anteriores. Así que me parecía que eso era la vida y no me cuestionaba mucho más. Además, los excesos de estímulo que me daban las series hasta las 5 am, la comida chatarra en exceso y las pasadas de alcohol los fines de semana, me mantenían lo suficientemente apabullada como para hacer algo distinto.
El cuerpo hablaba y yo cero comprensión. Problemas gástricos, anorgasmia, falta de líbido, cansancio extremo y así. Mi tamaño crecía y mi cara se desfiguraba. Yo no me sacaba fotos y al mirarme al espejo disimulaba, me estiraba, usaba ropa suelta. Básicamente fingía demencia.
El despertar
Hasta que en un buen momento, me ví: 20 kilos de más. Obesidad tipo 1. Había perdido toda agilidad y parecía mucho más avejentada de lo que luzco hoy, 10 años más tarde. Bajar de peso fue la motivación para empezar a moverme. No tenía un peso, así que se me ocurrió buscar algo en internet. Encontré los videos de Elena Malova y comencé a praticar yoga.
Unos meses más tarde, mi cuerpo se había transformado, conseguí trabajo y me separé.
Yoga me salvó la vida.
Otro día te sigo contando...